domingo, marzo 14, 2010


La vorágine

Tomás Oropeza Berumen

México, 13.03.2010.- En un contexto de creciente inconformidad social, violencia y desprestigio del régimen policiaco militar mexicano, la clase capitalista ha redoblado su ofensiva contra los trabajadores para ver realizado su viejo proyecto de reformar la Ley Federal del Trabajo y aprobadas por un Congreso abyecto las reformas estructurales privatizadoras del petróleo, electricidad, educación, etc.

Al parecer los empresarios y su gobierno están muy seguros de que los asalariados y el pueblo mexicano son incapaces de defender sus derechos, controlados como están por los sindicatos del PRI y del PRD, amedrentados por el terror que ha generado la militarización y el miedo al desempleo.

Justo en estos días en que el Sindicato Mexicano de Electricistas y decenas de organizaciones laborales, campesinas, estudiantiles y populares de todo el país ultiman los preparativos para realizar el próximo martes 16 de marzo una huelga política nacional en la que colocarán las banderas rojinegras en las instalaciones de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro ocupadas desde octubre por el ejército y ahora en poder de la Comisión Federal de Electricidad y en venta de garage a empresas extranjeras y a presta nombres.

En una asamblea masiva realizada en el estacionamiento del estadio Azteca los electricistas acordaron que se apostarán en las puertas de los 400 centros de trabajo de que consta la Comisión de Luz y Fuerza hasta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación falle sobre el amparo que interpuso su sindicato ante el decreto presidencial de extinción de esa empresa y el despido fulminante de 44 mil trabajadores.
Los trabajadores serán apoyados por ongs, organizaciones sociales, sindicatos, colectivos estudiantiles y populares todos conscientes del peligro de represión gubernamental, que en todo caso será responsabilidad del gobierno calderonista, responsable de esta situación.

Dentro de la ofensiva contra la clase trabajadora el viernes Calderón se comprometió a realizar la reforma a la ley laboral ante la petición que le hiciera la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, durante su Asamblea número 94. Este cártel patronal agrupa unos 650 mil empresarios. Su presidente Mario Sánchez Ruiz, exigió cambios en la ley laboral y reformas estructurales a cambio de la creación de un millón de empleos “dignos y bien remunerados”.
En el cónclave también estuvieron el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Armando Paredes; Claudio X González, presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN) y el gánster sindical Joaquín Gamboa Patrón, presidente del Congreso del Trabajo y secretario general de la priísta Confederación de Trabajadores de México (CTM).
Y desde luego no podía faltar el empleado de todos los anteriores y secretario de Trabajo y Previsión Social Alfonso Lozano Alarcón, brazo ejecutor de la política antiobrera de Calderón, tachada de fascista por sindicatos de Estados Unidos, la India, Venezuela, Brasil, etc.

La realidad es que sin reforma laboral, varias empresas ya aplican sus propias reglas a los trabajadores que contratan. Wal Mart, Mac Donalds, Zara, Burguer King, Dominos Pizza, etc. obligan a sus empleados en el momento de contratarlos a firmar una carta en la que renuncian a organizarse. Y debido al enorme desempleo los trabajadores aceptan lo que sea con tal de tener un salario.
Pero también líderes venales del sindicalismo oficial están acordando con los organismos patronales la cancelación de los contratos colectivos para los nuevos trabajadores. Ese es el caso de la industria textil en los ramos de listones, elásticos, cintas y encajes, donde los líderes de la CTM y la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), ambas pertenecientes al PRI, acordaron con los patrones que los nuevos empleados sólo tendrán derecho al salario y prestaciones de ley, pero no a los beneficios establecidos en los contratos colectivos. Renunciando de este modo a las conquistas en materias de tabulador, prestaciones y condiciones de trabajo según consta en el Diario Oficial de la Federación.

Esta es la verdadera guerra que el gobierno y la patronal están desarrollando contra el pueblo mexicano y en particular contra la clase trabajadora.

Otro frente que Calderón tiene que atender es el surgido la semana pasada a raíz del pleito entre el PRI y el PAN por las alianzas que el blanquiazul esta celebrando con el PRD. Descubriéndose que ambos partidos habían celebrado un pacto para que el PAN se abstuviera de aliarse con el sol azteca en el estado de México a cambio de que el tricolor apoyara la reforma fiscal de Calderón.

En la discusión salió a relucir lo que ya todos sabíamos: que Calderón fue impuesto en Los Pinos gracias al respaldo del PRI “para garantizar la estabilidad del país”, según palabras de la lidereza priísta Beatriz Paredes.

Pese a esta confesión el PRD mantendrá sus alianzas con el partido de Calderón, faltaba más, pues para el senador perredista Carlos Navarrete, “las alianzas no son cosa de principios, sino de táctica”. “No son un matrimonio” diría el coordinador panista en el Senado, Pablo Emilio Madero, a lo que el el lumpeneszco don Manlio Fabio Beltrones (Don Beltrone) replicaría “¿Se trata nomás de una acostadita, sin compromiso?”

Sin embargo el episodio que ahora se quiere minimizar a toda costa, es un buena muestra del grado de las contradicciones que existen arriba, entre la clase política, que está dispuesta a darse hasta con la cubeta por las parcelas de poder que detentan sus miembros o pretenden alcanzar.

De manera soterrada y a veces abierta se puede detectar que al interior de PAN, PRI y PRD hay una lucha intensa que podría resolverse de manera violenta, como ocurrió en 1994, cuando el candidato del PRI Luis Donaldo Colosio fue liquidado por un “tirador solitario” para poner a Ernesto Zedillo.


Hoy por hoy el país está atravesado por intensas contradicciones entre los dueños del dinero y los trabajadores. Entre el cartel de Los Pinos y el Chapo Guzmán y las otras bandas de narcotraficantes.
Entre el ejército y el pueblo que lo repudia y exige, como en Cd. Juárez, que regrese a los cuarteles.
Entre el pueblo y el gobierno de Calderón cuya renuncia ya es un clamor nacional.
Entre el pueblo y los delincuentes que no cesan su carnicería cotidiana. Entre el pueblo y los grupos paramilitares como el Ejército de dios, apoyado por el ejercito de Calderón para combatir a los pueblos zapatistas.
México vive hoy una vorágine, no cabe la menor duda. Y el pueblo tiene la palabra en la definición de su futuro.

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