martes, julio 20, 2010


LOS TERRORISTAS

Tomás Oropeza B.

México, 20.07.010.- El México color de rosa de Felipe Calderón y la oligarquía que lo colocó en Los Pinos se está hundiendo en un mar de sangre.
La muerte de casi 25 mil mexicanos que según datos de la Procuraduría General de la República (PGR) estaban relacionados con la delincuencia organizada, es una cifra escalofriante. Cada mes han perecido 581 personas. En promedio 19 por día, a partir de la declaración de guerra al narco, en diciembre del 2006 por un presidente impuesto que pretendía ganar legitimidad aplicando la política dictada por Estados Unidos.

La violencia ha escalado en vez de menguar.

La explosión de un coche bomba en Cd. Juárez para atacar a un grupo de Policías Federales, es un hecho inédito en la historia del país y un cambio cualitativo de la capacidad operativa del grupo mafioso que la llevó a cabo en la frontera con Estados Unidos, mismo que advirtió que llevará a cabo nuevos atentados de mayores dimensiones si el gobierno “no deja de proteger” al cártel del Pacífico encabezado por Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.

Con el pretexto de ese hecho hoy el FBI y otras policías gringas están en Cd. Juárez investigando lo que tendría que investigar la justicia mexicana, para la que el hecho es una simple reacción “natural” o como diría el embajador mexicano en Washington, es sólo “otro método” de la violencia del narco. Nada para preocuparse.
Otro golpe a la sociedad ha sido la matanza de 18 personas en Torreón, Coahuila, el domingo pasado, ejecutada por desconocidos que con armas de alto poder acribillaron a hombres y mujeres en una fiesta gay, donde no había armas de ningún tipo y de ninguna manera podría ser atribuida a los ajustes de cuentas entre bandas del narco. Igual que las matanzas cometidas contra internos en centros de rehabilitación para drogadictos en Chihuahua, capital y Cd. Juárez, o de jóvenes en reuniones festivas, produce la impresión de que se trata de campañas de limpieza social para infundir terror en la población.

Otras matanzas ocurridas la semana pasada en Tamaulipas y Nuevo León, hacen pensar que el gobierno se halla a la defensiva en una guerra que está destruyendo el tejido social del país, generando miedo, parálisis y zozobra en millones de mexicanos y que tiene la finalidad, cada día más evidente, de servir como pretexto para violentar las garantías individuales y colectivas de los mexicanos, ahora con el pretexto de un narcoterrorismo cuya manufactura no está clara.

El terrorismo de Estado

Aparte de las matanzas que llevan a cabo narcos y policías y del mal que ambos hacen al pueblo, existe la violencia del gobierno y la oligarquía contra los trabajadores. Violencia que se aplica mediante la política económica neoliberal que ha recrudecido los peores rasgos del capitalismo mexicano desde hace tres décadas.

Hoy podemos ver como el afán por privatizar las empresas del Estado mexicano para entregarlas a la burguesía nativa y a la extranjera, en el caso de Compañía de Luz y Fuerza del Centro (L y FC), tiene al borde de la muerte al Ingeniero Cayetano Cabrera y el economista Miguel Ibarra con 87 y 83 días en huelga de hambre respectivamente junto con otros 13 trabajadores.

Su demanda es la reinstalación de los trabajadores despedidos por el decreto de Felipe Calderón, quien dispuso la liquidación de paraestatal donde laboraban más de 44 mil hombres y mujeres.
Estos dos hombres y sus compañeros están colocando a un gobierno que no ve ni escucha a los trabajadores ante un escenario inesperado, al mantenerse firmes aún a riesgo de perder la vida. Cosa inédita en un país acostumbrado a la tranza y la corrupción de los sindicatos y los funcionarios públicos.
El nuevo secretario de Gobernación, evidencia que no tiene ni la menor idea de que está tratando con personas ética y moralmente superiores a los politicastros que le rodean y aparte de lavarse las manos “deslindándose” de la responsabilidad por la suerte de los huelguistas, ha iniciado, mediante el aparato de dominación ideológica que en México es casi toda la prensa, radio y tv, salvo contadas excepciones como el diario La Jornada o el noticiario de Carmen Aristegui, una campaña para culpar a la dirección del sindicato electricista de “inducir al suicidio” a los ayunantes.

Por ejemplo esta tarde un noticiario de radio dirigido por Pablo Hiriart, ex director de La Crónica, vociferaba contra Martín Esparza Flores, el secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas, acusándolo de manipular a los huelguistas e inducirlos a la muerte.
Por su parte el gobierno de “izquierda” de Marcelo Ebrard, ha redoblado su hostigamiento contra los electricistas y sus aliados, estudiantes, colonos, maestros, etc., reprimiéndolos durante las manifestaciones recientes y obligando al sindicato a una tregua mientras se desarrolla el “diálogo” con Gobernación.

En serio

Es difícil pensar que Calderón vaya a recibir a los ayunantes y a los líderes del sindicato, como se lo demandaron desde su campamento en el zócalo. Si tuviera un poco de inteligencia y sensibilidad política lo haría. ¿Pero qué puede esperarse de quien en plena crisis económica ha colocado en la secretaría de Economía a un licenciado en Derecho Canónico y maestro en ciencias del matrimonio y la familia. Además de estar vinculado a los Legionario de Cristo y al grupo Monterrey?
Sólo un milagro, podría hacer que solucionara las demandas de los electricistas. Y los milagros no existen.

Pero a veces la lucha y tenacidad triunfa. Como triunfaron el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y sus aliados al lograr la liberación de los 12 presos políticos de San Salvador Atenco que aún seguían en las cárceles y recientemente el retiro de las ordenes de aprehensión contra la pedagoga y líder de esa comunidad, América del Valle.

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