martes, marzo 15, 2011



Las imprecisiones del Lic. Arroyo

Profesor S. Josué Simancas

Los eventos sucedidos el 9 de marzo en el auditorio Bassols de la Facultad de Economía, los cuales, aun cuando no dejan de ser coyunturales, sí evidencian ciertos usos y costumbres que por su constante reiteración y gravedad me obligan a hacer de lado mi obstinada reticencia a escribir acerca del microcosmos que es nuestra alma mater.

A pesar de la pluralidad y universalidad que en apariencia denota nuestra máxima casa de estudios y que representa su essentia politika, es cierto por otro lado, que en el terreno de la política universitaria se producen situaciones que no pueden menos que ser reflejo fiel de la miseria argumental y la crisis de ideas que aqueja a la parasitaria “clase” política mexicana.

La democracia, la transparencia, la igualdad en la UNAM, lejos de ser activos morales de nuestra comunidad, son parte del pueril discurso de la minoría gerontocrática que (des)gobierna la Universidad, cuyo paso por el aparato administrativo se caracteriza por el saqueo, y la imposición de los valores que reproducen el modo de producir capitalista.

Son ellos quienes a conveniencia prostituyen valores y categorías, son ellos quienes escupen infamantes acusaciones a quienes por dignidad rehusamos a compartir nuestros espacios académicos con lacras sociales que debieran ser pasados por las armas en vez de darles la palabra en estrados y tribunas.

Ridículamente se llenaron la boca de vocablos que les quedan grandes dada su cuestionable probidad moral: “tolerancia, democracia, pluralidad”. Democracia no es permitirle a un delincuente (aunque se le disfrace de “destacado miembro de la comunidad” como sostiene Pablo Arroyo en su pobremente redactada denuncia de hechos) hablar en defensa de los intereses de su clase, democrático hubiese sido consultar con la comunidad universitaria sobre la pertinencia y objetivos de invitar a un tipo de esta calaña y no imponerlo como se hizo.

La visita de “Francis Lavestida” Ochoa a la Facultad de Economía además de constituir una clara provocación a la comunidad universitaria consciente, puede interpretarse en el marco del circo electorero con miras al 2012, donde los sempiternos hueseros –paradigma de ello es el exdirector Arroyo- luchan por aparecer en la foto del aparato cleptocrático-administrativo nacional.

Resulta paradójico que quienes hoy ladran a la opinión pública el espíritu de pluralidad y libertad de ideas que en la UNAM fueron violados con tan “antidemocráticas” conductas sean los mismos que otrora negaban a la comunidad universitaria cualquier soplo de democracia, por mínimo que este fuese; baste recordar la disolución del consejo técnico paritario en la Facultad de Economía cuando el gris personaje líneas arriba mencionado administraba cual señor feudal. Es reprobable en todo sentido que los espacios de la Universidad en general y de la Facultad en particular que sí son públicos más no publicitarios se utilicen para (re)lanzar las plataformas políticas de los suspirantes a un cargo público.

No confundamos pluralidad con promiscuidad, el pretender que personajes dignos del oprobio y el asco populares tengan voz en la Universidad no es síntoma de democracia ni de diversidad de ideas, sino de descomposición del debate que para ser constructivo ha de manifestarse de forma horizontal.

El disenso público con este tipo de parásitos sociales es imposible dadas las premisas protocolarias en estos eventos. La línea entre ser idiota y ser ingenuo suele ser muy delgada y pecan gravemente de la segunda quienes pensaron que su voz podría ser escuchada por el senador de la República, o quienes sostenían que había que derrotarle en el terreno de la discusión y las ideas.

Pudo haber sido la reforma hacendaria o el presunto estupro de Kalimba lo que llevó a Lavestida a la UNAM, el contenido del foro es aparencial en tanto que lo esencial es la intención de los grupos hegemónicos enquistados en la administración universitaria de fortalecer sus nexos con la lumpen-partidocracia.

Así, estos foros se convierten en prebendas políticas, en declaración de lealtades de funcionarios arribistas al patrón en turno. El reconocer disensos en estos casos no es un lujo que se puedan dar los organizadores, permitirle la palabra a la oposición sería reconocerla y no criminalizarla como es su usanza, es por esto que quienes confluyen a este tipo de foros, son curiosos en el mejor de los casos, por no mencionar a los paleros, siempre temerosos de perder la dádiva que les arroja el amo. Un botón de muestra: cuando en el mismo auditorio López Obrador presentó su libro “La mafia que se adueñó de México”, el formulismo preestablecido por la mafia oportunista que se adueñó de la UNAM omitía otorgar la palabra a quienes se sabía no comulgaban con el fenómeno obradorista-zen.

El profesor Alfredo Velarde tuvo que tomar casi por asalto la palabra para dar voz a la crítica de esa –autodenominada- crítica crítica y desenmascarar las poco novedosas propuestas del “legítimo”.

Así, para quienes aún no carecemos de memoria histórica vemos con profundo desagrado que los espacios públicos de la UNAM se hayan convertido en la pasarela por donde desfila la prostitución del poder político de México.

El gabinete de Felipe el sicario está integrado en su mayoría por personas egresadas del Itam, y desde el Río Bravo hasta el Suchiate estamos hasta el cuello en mierda y sangre. Probablemente los auditorios y aulas de estas instituciones sean más propicias para recibir a estos individuos. Que se larguen a donde haya todavía alguien que escuche su inmunda retórica, porque mientras haya dignidad rebelde en la UNAM seguiremos “corriendo” a tanto parásito oportunista se le ocurra pisar el suelo que a diario construimos la comunidad universitaria.

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